Dicen que el Puente de Carlos es uno de los más bonitos del mundo. Yo no he visto todos los puentes del mundo, pero este es verdaderamente precioso.
En nuestro primer día completo en Praga el plan era visitar el Castillo, y para llegar a él el camino más recto era cruzar la Ciudad Vieja y el Puente de Carlos para posteriormente adentrarnos en las empinadas calles de Mala Strana.
El día amaneció gris, como veréis en las fotos, aunque la lluvia nos respetó y pudimos pasear tranquilamente. Si de noche la ciudad nos gustó, de día confirmamos que nos encontrábamos en una ciudad preciosa, de las más bonitas que conozco.
Estos edificios los encontramos en la Plaza de la Ciudad Vieja.
Aquí vivió Franz Kafka
Y de nuevo vimos el famoso reloj astronómico.
El Puente de Carlos es el más viejo de todos los que cruzan el río Moldava y une la Ciudad Vieja con Mala Strana. Tanto de día como de noche es uno de los puntos más concurridos de la ciudad. A lado y lado del puente encontramos más de 30 estatuas, que le confieren ese perfil tan peculiar.
Desde el puente tenemos unas magníficas vistas de la ciudad. En esta foto podemos ver, a la izquierda, el tejado del Teatro Nacional.
Ni las estatuas se libran de la fiebre de los candados.
Una de las estatuas más conocidas es la de San Juan de Nepomuceno. Dicen que si acaricias el bronce que hay a sus pies, vuelves a la ciudad. Si os fijáis, esta parte de la estatua luce resplandeciente. Yo, por si acaso, toqué el bronce. Al fondo podemos ver el Castillo, con la inconfundible silueta de la Catedral de San Vito.
Esta puerta, entre dos torres, nos da la bienvenida a Mala Strana. Desde aquí empezamos el ascenso por sus empinadas calles hacia el Castillo, con una parada en la iglesia de San Nicolás. Pero eso os lo cuento en la siguiente entrada, que la visita al Castillo, y sus fotos, da para una entrada completa.