Nuestra última etapa por tierras bávaras nos llevó a las inmediaciones del lago Chiemsee. Situado en el sudeste de Alemania, muy cerca de la frontera austríaca, la mayor de sus tres islas alberga el tercer y último palacio que visitaríamos siguiendo la estela de Luis II de Baviera: el Palacio Real de Herrenchiemsee.
En la Isla de los Caballeros (Herreninsel) Luis II de Baviera construyó su palacio real a imagen y semejanza del Palacio de Versalles, en honor a su adorado e idolatrado Luis XIV de Francia. La fascinación que Luis II sentía por el rey Sol es patente a lo largo de todas las estancias, donde encontramos numerosos retratos de éste último.
Para llegar hasta el Chiemsee debemos coger la autopista que une Munich con Salzburg y que nos llevará hasta Prien. Una vez aquí es necesario buscar las indicaciones al Chiemsee o Königschloss. La última parte del trayecto, como os podéis imaginar, se hace en ferry.
Dejamos el coche en el aparcamiento que hay junto al embarcadero en Prien y cogimos el ferry. Debéis tener en cuenta que desde allí salen diversos ferrys, algunos que te llevan a una isla en concreto (Herreninsel o Fraueninsel) y otros que hacen tours por todo el lago. Como sólo queríamos visitar el palacio cogimos el ferry que nos llevaba hasta Herreninsel, por 7,20€ ida y vuelta. Aquí tenéis el enlace con todo la información (en alemán).
Una vez llegamos a la isla, y cerca del embarcadero, encontramos el Ticket Center donde debemos comprar las entradas. Nosotros hicimos uso del abono que habíamos adquirido para visitar los castillos bávaros y que nos daba derecho a entrar en todos ellos durante 14 días. Una vez más debo recomendarlo si viajáis por la zona y tenéis intención de visitar más de un palacio.
Como en el resto de palacios, la única manera de acceder al interior es mediante una visita guiada y no se pueden hacer fotos en el interior. Igual que ya os conté en la entrada sobre Neuschwanstein, al adquirir el billete nos indican la hora a la que debemos acceder al recinto, con lo que se aseguran que los grupos no son muy numerosos y sobretodo que la visita empiece a la hora prevista. Sed puntuales u os quedaréis sin entrar.
Desde el Ticket Center hasta el palacio podemos ir andando,en un agradable paseo de unos 20-25 minutos, o en coche de caballos. Nosotros optamos por la primera opción.
A parte del Palacio Real, Herreninsel alberga la Colegiata de los Agustinos y un museo, pero nosotros no los visitamos. Lo que sí hicimos fue vagar por los impresionantes jardines, en los que me pude recrear sacando fotos.
Luis II compró Herreninsel en 1873 y en 1878 empezó la construcción del «Versalles bávaro», sin embargo su prematura muerte en 1886 le impidió verlo terminado. Hoy en día la mayoría de las estancias permanecen inacabadas y sólo los jardines fueron terminados.
Dentro del palacio destacan la gran escalera principal, el dormitorio real y el Salón de los Espejos. Como ya os digo, lamentablemente no tengo fotos, era imposible sacar la cámara sin ser visto.
El rey era tan excéntrico que se hizo construir una mesa de comedor que subía y bajaba desde la cocina mediante un sistema de poleas, para no tener que ver al servicio. Los criados hacían descender la mesa hasta la cocina, servían los platos, y la volvían a elevar hasta el comedor, donde Luis II podía comer sin que nadie le distrajese.
Desde Múnich es posible hacer una visita al palacio, en una excursión que nos ocupará todo el día pero que bien vale la pena. Si bien el más conocido de los palacios que mandó construir Luis II es Neuschwanstein, Herrenchiemsee no es menos espectacular y también merece una visita.
Desde luego que merece la pena visitarlo. Yo no soy mucho de visitar palacios, pero en mi viaje por esa zona visité los de Luis II y me picó la curiosidad. Cuando vuelva a París intentaré visitar el de Versalles que cuando fui no lo hice… Este último de Luis me encantó!
Nosotros también tenemos Versalles pendiente, y desde luego que en nuestra próxima visita a París caerá seguro!