Primera mañana en Suiza, primer desayuno chabolista y nos llevamos el primer palo en serio: 3,30CHF por una barra de pan (unos 3€). Increíble. La ducha me cuesta 2CHF. Como todo el país sea por el estilo estas vacaciones nos van a salir carísimas.
El plan del día es visitar Fribourg y Berna, ambas a una distancia razonable del cámping. Empezamos por Fribourg, la ciudad más bonita de todas las que hemos visto en el país. Fácilmente localizamos una oficina de información turística, donde una chica con un alemán más que comprensible nos explica qué debemos ver y nos da un mapa de estos que parecen un mapa del tesoro, lleno de casitas y dibujitos. La ciudad es pequeña, así que empezamos a andar. Según la chica, en 2 horas habremos visitado la parte antigua de la ciudad, la parte «visitable».
Enseguida localizamos la catedral de St Nikolas, pequeña pero bonita. Se puede subir a la torre, desde donde prometen unas vistas espectaculares sobre la ciudad, pero son 368 escalones y 3,5CHF. Las escaleras y yo no nos llevamos bien, muy espectaculares han de ser las vistas para que me compense tanto escalón, así que decidimos no subir. Lo que sí hacemos es visitar la catedral por dentro (la entrada es gratuíta).
Las cristaleras de las catedrales me fascinan.
Cuando salimos de la catedral nos dedicamos a callejear, un poco sin rumbo fijo, que es una de nuestras actividades favoritas cuando viajamos.
Fribourg está cruzada por un río y la ciudad se encuentra a dos niveles, lo que le da un aire todavía más pintoresco. El puente más bonito de todos los que cruza el río, y también el más antigo, es el puente de Berna.
Para salvar el desnivel entre la parte alta y baja de la ciudad lo podemos hacer, o bien andando, o con el funicular. El viaje cuesta 2,40CHF, en un solo sentido, y dura apenas un minuto. Sospecho que sólo lo cogen los turistas, y nosotros no íbamos a ser menos.
Se nos hace la hora de comer y ya hemos visto la ciudad, la chica del punto de información tenía razón, en un par de horas está todo visto. Como todavía no tenemos hambre cogemos el coche y vamos hacia Berna. Quizás allí la variedad de lugares para comer será mayor. Por algo es la capital del país.
En media hora escasa hemos llegado a Berna. Dejamos el coche en un aparcamiento público (a 3,60CHF la hora) y buscamos un lugar para comer. Los restaurantes que encontramos son todos carísimos, y acabamos comiendo en los puestecitos que encontramos en la calle (que tampoco son para tirar cohetes) mientras observamos cómo estos dos señores juegan al ajedrez.
Después de dar unas cuantas vueltas conseguimos localiar la oficina de información, que está en la estación, donde otra chica, esta vez con un alemán un poco más cerrado, nos dio otro mapa del tesoro.
Berna es grande, pero la parte antigua, la turística, que tiene forma como de cuerno debido a las curvas que dibuja el rio, está vista en un rato. Ya con nuestro mapa, nos pusimos de nuevo a callejar.
Hacía calor, mucho calor (la ola de calor que ha asolado este año España también se ha dado una vuelta por Europa), y los surtidores que salen del suelo, y que me he encontrado en varias ciudades europeas, son un buen remedio para luchar contra las altas temperaturas. Sobretodo para los más pequeños, que se lo pasan bomba remojándose.
En nuestra ruta per Berna aprovechamos para ir a un locutorio y comprar las entradas para el Jungfraubahn, que como conté en la entrada inicial, el precio de los billetes este año está a mitad de precio gracias a los logros de la selección española de fútbol.
Cerca del río hay un parque con un par de osos, símbolo de la ciudad.
En nuestra visita a Berna, bueno, y casi en toda Suiza, sólo andamos y andamos, no nos atrevimos a sentarnos en ninguna terraza a tomar una cerveza, de los precios que tienen las bebidas. Ya nos desquitaríamos cuando cruzáramos a Alemania 🙂
La ciudad es bonita, pero no espectacular. Por nuestra experiencia, el patrimonio de Suiza son sus paisajes y sus montañas, no sus ciudades. Berna está bien para pasar una tarde, ni siquiera un día entero. Una vez recorrida, y descartada la posibilidad de hacer tiempo y quedarnos a cenar, pusimos rumbo de vuelta al cámping. Como llegamos pronto aproveché para salir a hacer unas cuantas fotos por los alrededores. Espectaculares. Esto que veréis ahora es lo que veíamos nosotros cada mañana cuando nos despertábamos.
Este es el lago Negro (Schwarzsee), a orillas del cual estábamos acampados.
Con unas vista así compensa dormir en una colchoneta en el suelo.
Al día siguiente tocaba recoger el campamento (es lo que tienen las vacaciones nómadas!) y poner rumbo a la zona de Interlaken, donde las montañas son todavía más espectaculares, si cabe.
Seguramente Suiza sea de los países que más ganas tengo de visitar, pero es que tienen unos precios prohibitivos…Pero no dudo que tarde o temprano iré, por lo pronto voy a viajar con tus relatos, como siempre las fotos estupendas 😀
Nosotros conseguimos sobrevivir porque llevábamos el coche cargado de comida desde aquí y apenas pisamos un supermercado, pero los precios realmente tiran para atrás. No quiero ni imaginar lo que cuesta una semana de hotel haciendo todas las comidas en un restaurante! La ventaja del cámping es que nos permitió cocinar!
preciosas las vistas y bonito comentario
Unas fotos guapisimas !!!! Realmente las entradas de este blog son una buena guia turística !!