Ese día tocaba cambiar de ubicación. Conseguimos recoger el campamento bastante rápido (nada que ver con la hora y media que tardamos el primer día, el año pasado, en recoger la tienda) y pasamos por caja a pagar. Me da la impresión que el señor del cámping estaba un poco preocupado por si nos íbamos sin pagar. ¿Es que nos vio cara de mangantes? Espero que no. Nuestro siguiente destino era Stechelberg, en la zona de Interlaken.
Los primeros 15 o 20 kilómetros los hicimos por una carretera de curvas que iba subiendo montaña arriba. El paisaje era precioso pero yo cada vez estaba más mareada, no sé si por las curvas, el mal de altura o un poco de todo. Finalmente cogimos la autopista y en un par de horas llegamos al cámping Breithorn, nuestro hogar durante los dos próximos días. El cámping estaba muy bien, en un valle rodeado de montañas, pequeño y con un río que lo cruzaba (en el cual no podías bañarte si no querías ser arrastrado por la corriente).
Montamos el campamento y nos pusimos a comer, a 38 grados a pleno sol, y es que si una cosa brilla por su ausencia en los cámpings de Suiza son las sombras. Árboles en las parcelas más bien pocos. ¡Quién nos iba a decir a nosotros que pasaríamos calor en Suiza! Como no era cuestión de quedarnos achicharrados, después de comer y de tenerlo todo listo fuimos a Interlaken, a visitar la ciudad.
Lo que son las cosas que, por el camino se puso a llover y cuando llegamos a Interlaken tuvimos que quedarnos dentro del coche a esperar que amainara. Por supuesto, con el sol que hacía cuando salimos, los paraguas y los chubasqueros se habían quedado en el cámping. Finalmente la lluvia nos dio un respiro y pudimos empezar nuestra visita. ¡Menuda decepción! Interlaken me recordó a Andorra, todo lleno de tiendas, pero a diferencia de Andorra, aquí no puedes comprar nada porque los precios son altísimos. Evidentemente se trata de una ciudad orientada al turismo de montaña y con un elevado poder adquisitivo, pero poco más.
Lo que más me gustó fue el Casino, con unos jardines muy bonitos y muy bien cuidados.
Después de dar vueltas durante una hora y media nos cansamos de la ciudad, y después de averiguar dónde estaba la estación de tren y si había un aparcamiento cerca, decidimos marcharnos.
Las tiendas de Interlaken, y de toda Suiza, están llenas de las características navajas de todos los modelos imaginables.
Muy cerca del cámping, a menos de un kilómetro, había un aparcamiento siempre lleno de coches. Movidos por la curiosidad decidimos parar, a ver qué había. Y resulta que nos encontramos con las Trümmelbachfälle, unas cascadas que van por dentro de las rocas, producto de los deshielos, y que se pueden visitar. Las entradas nos costaron 20CHF entre los dos y debo decir que valieron muchísimo la pena. Estas cascadas fueron uno de los grandes descubrimientos del viaje.
Un ascensor nos subió hasta lo alto de la montaña, siempre por dentro de las rocas, y desde allí empieza un recorrido señalizado, de bajada, que va pasando por todos las grutas que se han ido formando con el paso de los años. Es sencillamente espectacular. Además, como cerraban a las seis y nosotros entramos pasadas las cinco, pudimos ver todas las cascadas casi solos y pararnos a hacer todas las fotos que quisimos.
Nosotros fuimos en coche, pero para los que quieran ir en transporte público, tienen que ir en tren hasta Lauterbrunnen y allí coger una autobús que los dejará en la misma puerta del recinto. Repito, es totalmente recomendable, si estáis por la zona no os lo perdáis! Una recomendación: lleváos un impermeable ya que en algunos puntos el agua salpica un poco.
Hice un montón de fotos pero no todas se han podido aprovechar. Dentro estaba bastante oscuro y no llevaba el trípode, así que tuve que tirar de ISO y confiar en mi pulso.
Viendo las fotos me da la sensación que no puedo mostraros ni la mitad de la espectacularidad del lugar.
Sin duda esta fue la visita del día. Después de la decepción de Interlaken (la ciudad, no la zona), las Trümmelbachfälle nos sirvieron para quitarnos la sensación de que habíamos desperdiciado el día.
Ahora sí, habíamos acabado las visitas. Vuelta al cámping a cenar y a dormir. Al día siguiente haríamos la visita estrella del viaje a Suiza, subiríamos a la Jungfraujoch.
Que ganas tengo de ir a suiza!!! Viendo tus fotos ni te imaginas la envidia ( sana) que me ha entrado!!! Al menos iremos apuntando ideas… Un saludo
Suiza es un destino muy recomendable si te gusta ver montañas y paisajes. Para ver ciudades no tanto, pero los paisajes son espectaculares!
Barrancazo!!! 🙂