Aquel día ya teníamos plan, subir a la Jungfraujoch, que además este año cumple su centenario. El Jungfrau es uno de los picos que corona las montañas suizas y el más alto de la cordillera que lleva su nombre, junto al Eiger y el Mönch. Y con la filosofía de «la montaña tiene que ser accesible a todo el mundo», hace ahora cien años decidieron excavar la montaña y construir un tren cremallera, el Jungfraubahn, que no nos lleva hasta la cumbre pero casi, ya que nos deja a 3.454 metros de altitud.
En realidad el Jungfraubahn no es el único tren cremallera, ya que la zona de Interlaken está llena de cremalleras y funiculares que nos permitirán acceder a varios picos y restaurantes-miradores de la zona. Para los cinéfilos, deciros que cerca de allí está el Schilthorn, en el cual se rodaron las escenas iniciales de 007 Al servicio de Su Majestad. Nosotros sólo subimos al Jungfraujoch, que aunque nos salió a mitad de precio (como ya os conté aquí), el presupuesto no daba para más picos.
Debo confesar que estaba un poco nerviosa. Nunca había estado a tanta altura y tenía miedo al mal de altura. La estación más cercana a nuestro cámping estaba en Lauterbrunnen, pero como queríamos hacer la ruta de subida por un lado de la montaña y la de bajada por el otro decidimos ir hasta Interlaken e iniciar el ascenso desde allí. La ruta que hicimos fue: Interlaken – Grindelwald – Kleine Scheidegg – Jungfraujoch – Kleine Scheidegg – Lauterbrunnen – Interlaken. El horario de los trenes está perfectamente sincronizado para que nos dé tiempo de sobras a hacer el cambio de tren (en cada una de estas etapas hay que cambiar de tren). Y por supuesto, cada tren sale con una puntualidad absoluta. Debéis contar que la ruta total os llevará aproximadamente dos horas y media de subida y otras dos y media de bajada, con lo que debéis planificar bien los horarios. Aquí tenéis toda la información para planificar bien vuestra visita. Otra advertencia, los billetes no son baratos, así que aseguraos de que el día que escogéis para hacer la visita hace buen tiempo, si no, no os merece la pena ya que no disfrutaréis de las vistas. En la estación de Interlaken tienen una webcam con imágenes en tiempo real de la Jungfraujoch. Si veis que está nublado, no vayáis.
Una vez nos aseguramos de que los billetes que habíamos comprado por internet eran correctos y ya subidos en el primer tren, nos dedicamos a disfrutar del paisaje.
El paisaje es el esperado, verde y verde, esperando ver aparecer a Heidi y Niebla en cualquier momento.
Por el camino el tren hace algunas paradas donde hay gente que baja: excursionistas dispuestos a pasar un día de senderismo. Desde luego, si os gusta la montaña y tenéis tiempo, no perdáis la oportunidad de hacer alguna de las múltiples rutas a pie que hay por la zona.
Finalmente cogimos el Jungfraubahn en Kleine Scheidegg.
El recorrido, de 50 minutos, es casi enteramente por dentro de la montaña. Antes de llegar a su destino hace un par de paradas de cinco minutos, donde hay unos miradores desde los que podremos contemplar unas magníficas vistas de la montaña. Si cuando cogimos el tren en Interlaken íbamos de manga corta, a estas alturas ya nos habíamos puesto el forro polar y la chaqueta. No se os ocurra subir con sandalias o zapatos de tacón (os juro que había mujeres que los llevaban), ¡pensad que vais a la nieve!
Finalmente llegamos arriba y…primera sorpresa…¡está lleno de orientales! La primera impresión es de «vaya decepción». Cuando salimos de la estación del tren llegamos a un edificio lleno de bares, tiendas de souvenirs y chinos. Hay gente, muchísima gente, y ninguna señal de que se pueda salir a pisar nieve. ¡¡No puede ser!!
Después de dar unas cuantas vueltas encontramos una puerta donde ponía «Tour» y fuimos hacia allá. Parece que sí, que hemos acertado.
Primero de todo fuimos al Sphinx, un mirador con una terraza de 360 grados. Y desde allí pudimos admirar esta magnífica vista del glaciar Aletsch.
Las vistas son brutales. Yo no sé vosotros, pero yo soy persona de asfalto, y poder subir a más de 3400 metros y contemplar estas montañas es una ocasión que vale la pena aprovechar, a pesar de los 90€ por persona que nos costó el billete del tren.
Fuera hace frío, pero nada que no se pudiera soportar. Ni siquiera nos hicieron falta los guantes. De todos modos, hay gente que se pasea por allí en pantalón corto.
Del Sphinx fuimos al Palacio de Hielo, pasando por unas galerías donde pudimos ver diferentes exposiciones.
En esta foto vemos un homenaje a aquellas personas que murieron durante la construcción del tren.
El Palacio de Hielo está a -3 grados, para poder mantener las esculturas. Así y todo, cada poco tiempo tienen que rehacerlas, pues sólo del calor humano se van deshaciendo.
Finalmente, después del Palacio, llegamos a una puerta desde la que se podía salir fuera, a pisar la nieve. ¡Brutal!
Con lo poco que me gusta a mí andar, difícilmente volveré a ver semejante paisaje de montaña.
Aquí tenemos una vista del Sphinx.
Dimos unas cuantas vueltas por allí, y cuando nos cansamos de hacer fotos decidimos coger el tren de vuelta y comernos el bocadillo en Kleine Scheidegg. Comimos tumbados en un prado rodeados de flores silvestres y nos tomamos la única cerveza que bebimos en Suiza. Los precios asustaban, pero las vistas merecían hacer un alto y disfrutar de ellas.
Esta vez hicimos la ruta de vuelta vía Lauterbrunnen, y el camino se nos hizo larguísimo. La emoción de la ida se convierte en aburrimiento, y las dos horas y media que dura el viaje de vuelta se nos antojaron eternas. Estábamos agotados, el mal de altura no nos había afectado pero aún y así estábamos deseando llegar al cámping y descansar.
La visita valió mucho la pena. Sin duda fue uno de los puntos fuertes de este viaje.
Hola, haré un viaje el próximo invierno a Grindelwald y se me antoja mucho subir al Jugenfrau, pero me da miedo el mal de altura… tú no tuviste absolutamente ningún síntoma de mal de altura? Saludos
Hola, Edgar!
Yo no noté absolutamente nada, y eso que no estoy acostumbrada a hacer montaña. No te preocupes y si puedes haz la visita!